martes, junio 20, 2006

JULIO RAMON RIBEYRO, CUANDO LUDER HABLA 1

En 1989 Julio Ramón Ribeyro publicó bajo el sello “Jaime Campodónico Editor”, el libro DICHOS DE LUDER. Este es un libro de género inclasificable en el que se nos presenta una serie de frases y diálogos brevísimos de un personaje inquietante y juguetón llamado “Luder” que salta con gran habilidad de la ironía desenfadada, a la severa autocrítica o a la reflexión inteligente. A través de estas pinceladas agudas se va dibujando la personalidad de “Luder” al que es inevitable ver como a un alter ego del propio Ribeyro.

A continuación la primera parte de una breve selección de los DICHOS DE LUDER.

Servido.

-Nada me impresiona más que los hombres que lloran -dice Luder-. Nuestra cobardía nos ha hecho considerar el llanto como cosa de mujercitas. Cuando sólo lloran los valientes: por ejemplo, los héroes de Homero.

* * *

Luder regresa de su habitual paseo por el malecón.
-Estoy confundido -dice-. Cuando me aprestaba a gozar de una nueva puesta de sol, un vagabundo salta la baranda, camina hasta el borde del acantilado, se baja los pantalones y se caga mirando mi crepúsculo. Eso demuestra la relatividad de nuestras concepciones estéticas.

* * *

-Ven con nosotros -le dicen sus amigos. La noche esta esplendida, las calles tranquilas. Tenemos entradas el cine y hasta hemos reservado mesa en un restaurante.
-¡Ah, no! -protesta Luder-. Yo solo salgo cuando hay un grado, aunque sea mínimo, de incertidumbre.
* * *
Le preguntan a Luder por que no escribe novelas.
-Porque soy un corredor de distancias cortas. Si corro maratón me expongo a llegar al estadio cuando el público se haya ido.

* * *

-Una cualidad que te envidiamos es haber logrado siempre evitar las discusiones -le dicen a Luder.-No veo por qué. Entrar en una discusión es admitir por anticipado que tu contrincante puede tener la razón.

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Nunca he sido insultado , ni perseguido, ni agredido, ni encarcelado, ni desterrado -dice Luder-, debo en consecuencia ser un miserable.

* * *

-Cuando a Balzac le entra la manía de la descripción -observa un amigo- puede pasarse cuarenta páginas detallando cada sofá, cada cuadro, cada cortina, cada lámpara de un salón.
-Ya lo se -dice Luder-. Por eso no entro al salón. Me voy por el corredor.

* * *

-¿A que te dedicas ahora? -le preguntan a Luder.
-Estoy inventando una nueva lengua.
-¿Puedes darnos algunos ejemplos?
-Si: dolor, soñar, libre, amistad...
-¡Pero esas palabras ya existen!
-Claro, pero ustedes ignoran su significado.

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-Soy como un jugador de tercera división -se queja Luder-. Mis mejores goles los metí en una cancha polvorienta de los suburbios, ante cuatro hinchas borrachos que no se acuerdan de nada.
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-Grandes artistas son los que dan origen a una escuela -dice Luder-. Pero prefiero a los que desalientan con su obra toda tentativa de imitación.

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-Esas casas en las cuales cada cosa está en su lugar me ponen la carne de gallina -dice Luder-. Se diría que están deshabitadas o que sus habitantes pasan superficialmente sobre todo. Cierto desorden es necesario para sentir la cálida palpitación de la vida.

* * *

-Si me quejo a menudo de mis males no es para que me compadezcan -dice Luder- sino por el infinito amor que les tengo a mis semejantes. Me he dado cuenta que la gente duerme más tranquila arrullada por la música de una desgracia ajena.

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-Nunca has expuesto tu vida, tu libertad, tu seguridad, tu comodidad, por una causa -critican a Luder- En una palabra, nunca te has comprometido.
-¿Cómo? ¿Les parece poco que haya comprometido así mi reputación?


IMAGEN: Fotomontaje por JAG.