miércoles, agosto 16, 2006

TRES BREVES REFLEXIONES SOBRE LA ESCRITURA

ESPEJISMO
Qué engañosa puede ser la palabra. A veces, uno se enamora de una frase, de un verso, de un título que de pronto se manifiesta absoluto, despliega toda su fuerza, y se hace único e irremplazable. Pero pasan los días y uno se da cuenta de que todo era mentira, de que ese verso, esa frase, ese título, no valen ni un céntimo, de que todo no fue si no una especie de espejismo, un pozo de aguas cristalinas seduciendo en la masa lenta de los sesos.
UN ACTO DE LA ENTRAÑA
Uno escribe más allá de toda necesidad de fama, de gloria, de prestigio, de reconocimiento. Uno escribe porque tiene que escribir y punto. Uno escribe porque sabe que solo la escritura será capaz de buenos libros; porque se es capaz de entregarlo todo por un instante de escritura en el momento preciso. Escribir es un acto visceral, un acto de la entraña y del espíritu, un proceso de enajenación, una esclavitud divina, un grillete al que uno accede voluntariamente y loco de deseo. Uno escribe por no se puede hacer otra cosa y nada más importa.
LA DISTANCIA INMUTABLE DEL POETA
Cerrar los ojos. Correr por el llano ardiente de la página. Escribir con la velocidad del cuerpo, con los líquidos supurados por las ampollas de los pies. Correr. Escribir sintiendo el corazón en los brazos del infarto. Ajeno a uno mismo, dominado el cuerpo por la voz, disgregado en palabras poderosas como esquirlas. Convertido íntegro en objetos, en sensaciones que atraviesan el papel como fantasmas, en colores, en pinceladas sutiles del amor. Encontrarse de pronto en la esquina de algún verso, sorprendido de sí mismo, acurrucado contra un verbo delator. Escribir. Digitar en soledad. Soledad del mundo. Soledad. La distancia inmutable del poeta.

IMAGEN1: "Espejismo Urbano", fotografía por JAG.
IMAGEN2: "Espejismo Urabno2", fotografía por JAG.
IMAGEN3: "La distancia (autorretrato)", fotografía por JAG.