jueves, octubre 26, 2006

EL TRISTE ENCANTO DEL ANONIMATO

Ser bueno, ser malo, ser exigente, ser complaciente, ser una puta literaria o no casarse con nadie y mantenerse al margen, ser un maldito o ser un cursi insoportable, ser inconsecuente o ser el paradigma de la consecuencia, son estos, algunos de los conceptos que se manejan constantemente en el mundo del arte, la literatura y, claro está, en el mundillo cultural de los blogs. Lo cierto es que, todos, en todos lados, y todo el tiempo, estamos emitiendo juicios y opiniones con las que se puede estar o no de acuerdo; la democracia practicada abiertamente alberga estos riesgos, sobre todo cuando no existen mecanismos de control, cuando la boca de cualquiera es libre para abrirse y soltar cualquier cosa, y eso es precisamente lo que ocurre en el mundo de los blogs.

Yo, a lo largo de estos diez meses, he recibido todo tipo de comentarios en relación a lo que publico en este espacio, algunos (los más) me han tratado bien, y han comentado con los ojos del que lee de verdad, otros han dejado comentarios complacientes de aquellos que nos invitan a cumplir con la danza interminable y fútil de “tú vienes y yo voy”, en la que mil veces he caído y no me avergüenza decirlo, y también, claro, están los otros, los que piensan que lo que publico es pura basura literaria, pura prostitución abierta, o puro palabreo complaciente y, por supuesto, todos, absolutamente todos, son bienvenidos. Sin embargo, lo interesante es que, los comentarios negativos, que felizmente no han sido muchos en este espacio, pero que me imagino, después de estas palabras, aumentarán, han sido escritos siempre bajo el absurdo escudo del anonimato.

La verdad no me molesta que me digan que soy un pésimo poeta, entiendo que lo que escribo no tiene porqué gustarle a todos, es más, muchas veces yo mismo lo pienso. No me molesta tampoco que me hayan llamado, al escribir algún texto de opinión, “entregado a las relaciones públicas o al fariseísmo”, vaya que están en su derecho y, además, les quedó linda la frase, incluso agradezco que me hayan tratado de usted. La verdad, lo único que me incomoda es el anonimato.
Por eso, queridos anónimos de la creciente oposición, los invito, tal y como lo he hecho yo desde el principio, a presentarse con nombre y apellido, y a decir todo lo que quieran, pues, queda claro, las opiniones desfavorables forman parte de la dinámica a la que uno se expone al publicar un blog. Mientras sus opiniones estén escritas con decencia y sin caer en lo vulgar, no tengan miedo, no se escondan, muéstrense como son y abran el debate, es imposible establecer una conversación con alguien que se oculta tras un pasamontañas, no entiendo porqué, si se está convencido de un argumento, hay que decirlo con miedo y a escondidas, ya ni los niños tiran la piedra y esconden la mano.

Pronto cumpliré un año publicando y, la verdad, el saldo ha sido más que positivo, nunca me imaginé que el blog pudiera abrirme tantas puertas en diferentes países, no mencionaré los proyectos y las buenas cosas que el blog me ha traído para que no me tilden de vanidoso, aunque claro, no nombrarlas es también un acto de pura vanidad. Porque, es cierto, soy vanidoso, y egocéntrico, y compulsivo en la creación, y quiero que la gente lea y visite mi blog, negarlo sería muy estúpido de mi parte. Todo el que escribe y publica quiere dar y recibir, el que diga que no es un pobre farsante. La literatura, la poesía y el arte en general es, aunque no se quiera aceptar, también un producto. Pero, por otro lado, es cierto también, que no me interesa el mundillo literario como tal, no me interesa lamer culos ni entrar en debates tontos, no quiero atacar por atacar, no quiero levantar mi voz para decir este, ese o aquel blog son una porquería, y mucho menos practicar el triste juego del parricidio literario de aquellos que matan a los padres o a los abuelos por el puro placer de hacerse un espacio sin propuesta, o simplemente por jugar al renegado, cuando, en realidad, deberían bajar la cabeza y aprender mucho de ellos. Esas no son mis opciones, yo escribo sí, y he tenido la suerte de publicar un par de libros, de recibir un par de distinciones humildes y, de ser posible y con un poco de suerte, lo seguiré haciendo, pero, así como hasta ahora, solo, sin compadrazgos ni agresiones sin sentido. Así que, lectores de la oposición anónima, siéntanse cómodos, quítense la máscara y, con toda tranquilidad, asuman la responsabilidad de sus palabras, practiquen, sin miedo, el delicioso ejercicio de la democracia. En este espacio, eso se los aseguro, nunca recibirán un insulto gratuito, aquí se respetan todas las opiniones, pero nunca, el anonimato.

IMAGEN1: “Puta literaria”, por JAG.
IMAGEN2: “El triste encanto del anonimato”, por JAG.