martes, julio 03, 2007

UNA FINAL, UN ARQUERO, UN POEMA

Después de ver en el estadio de Santander, en 1928, el tercer partido de desempate (los dos primeros partidos habían quedado uno a uno) por la final de la COPA DE SU MAJESTAD EL REY DEL FUTBOL, más conocida como la COPA DEL REY, entre el FC Barcelona y la Real Sociedad de San Senastian, Rafael Alberti quedó asombrado ante la valentía y la destreza del portero húngaro del FC Barcelona, Franz Platko, que no sólo defendió su arco como una fiera sino que se rehusó a salir de la cancha luego de que le rompieran la cabeza. El partido terminó tres a uno a favor del Barcelona convirtiéndose en una de las finales más intensas de la historia de la Copa del Rey, y no sólo eso, sino que, Alberti, llevado por la magia y la fuerza de lo visto en el estadio, inmortalizó al portero húngaro con este hermoso poema.


ODA A PLATKO

Ni el mar, que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Platko,
rubio Platko de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.
No nadie, nadie, nadie.

Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
camisetas reales, contrarias, contra ti,
volando y arrastrándote.

Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiente en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Platko, tu llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Volvió su espalda al cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas sin viento.

El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por ti, sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias.
No nadie, Platko, nadie,
nadie se olvida.
Fue la vuelta del mar.
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.
Azul heróico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
¡Y todo por ti, Platko,
rubio Platko de Hungría!

Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario al viento abrió una brecha.
nadie, nadie se olvida.
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.

No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.
¡Oh, Platko, Platko, Platko
tú, tan lejos de Hungría!
¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.


PLATKO no sólo fue guardameta de equipos como Budapest o el Barcelona con el que obtuvo tres Copa del Rey y un campeonato de Liga, sino que también tuvo una larga carrera como entrenador de equipos como el Oporto, el Arsenal, el Colo Colo, el River Plate, el Boca Juniors, el Barcelona, etc. Platko fue también entrenador de la Selección Nacional de Chile (1941-1945) país en el que murió el 2 de septiembre de 1982.


FOTOPOEMA: “Guardameta en polvo, pararrayos”, por JAG