viernes, marzo 10, 2006

EL PLACER DE ESCRIBIR, ¿VERDAD O MENTIRA?

Hace un tiempo, en “Bata Japonesa” tuvo lugar una discusión en torno al tema del placer. La pregunta era simple: ¿El acto de escribir encierra o no placer para el que lo practica? Yo considero que sí, pero la pregunta quedó dando vueltas en mi cabeza, es así que me puse a revisar algunos libros y, a conversar con algunas personas que, desde mi punto de vista, podían aportar cosas valiosas en torno al tema. A continuación compartiré con ustedes algunos de los puntos que me resultaron más interesantes:

1. Una definición simple: Un ser humano logra la consecución de un bien, este hecho le produce un sentimiento de satisfacción que del nivel puramente sensitivo se difunde a lo psíquico y a lo espiritual.

2. El término placer no es unívoco si no que es un termino equívoco, es decir que puede tener múltiples lecturas.

3. Hay placeres superiores y placeres inferiores. Los placeres superiores pueden prescindir en gran parte de las condiciones exteriores, es decir son mucho más accesibles que los bienes netamente materiales, por ejemplo: los placeres estéticos, el placer de razonar, el placer de aprender, el placer de comprender, el placer de investigar, el placer de escribir, etc.

4. Hume se cuestiona: “¿qué comparación podrá haber entre la satisfacción incalculable de la conversación, del trato social y del estudio, incluso de la salud y de las comunes bellezas naturales, pero, sobre todo, de la paz de reflexionar sobre nuestra propia conducta; qué comparación podrá haber, digo, entre estas cosas y los febriles y vacíos placeres del lujo y el gasto?".

5. Aristóteles opina: "los que ejercen una actividad con placer, alcanzan mayor discernimiento y exactitud en cada uno de sus pormenores. Así, los que encuentran gusto en la geometría acaban por ser geómetras y comprenden mejor cada proposición de su ciencia; lo mismo los que aman la música o la arquitectura o las demás artes, que todos progresan en el trabajo que les es familiar, porque se complacen en él"

6. Las corrientes clásicas de la psicología tienen en cuenta que las motivaciones básicas del ser humano se dirigen a la satisfacción inmediata del impulso, es decir a gratificar lo deseos inmediatos. Lo que hacemos a través de la vida es "civilizarnos", aprender a dominar esa impulsividad para poder convivir con la sociedad.

7. Freud, plantea dos principios fundamentales en la psique humana: el principio del placer y el principio de realidad. El primero busca mantener al ser en estado de no-conflicto, como buscando siempre un bienestar "nirvánico" en el que no hay necesidad ni tensión, Pero. Ese estado no puede mantenerse porque allí no hay vida, entonces aparecen otras necesidades más complejas, (ya no primitivas) como la de establecer vínculos afectivos, o buscar canales para satisfacer los deseos, o construir más allá de uno mismo. Aquí entran los criterios de la realidad, que marcan los límites y hacen "disfrutar" de otra manera, menos orgánica, biológica, sino más emocional. Nos movemos, a través de la vida en esta tensión entre uno y otro principio. De hecho, lo natural es buscar el placer, entendido como la sensación de bienestar interior y con el entorno. Ese placer no es primario, no tiene que ver con simples descargas impulsivas como satisfacer el hambre, expresar la rabia o tener sexo. Tiene que ver más bien con la aceptación de los propios límites, la aceptación del displacer como parte del crecimiento. La renuncia, la pena, el duelo, son elementos fundamentales del ser humano saludable y hay que encontrarles lugar porque si no lo que queda es un ser humano con la psique sin desarrollar, un psicótico.

NOTA FINAL:
¿Es acaso que una actividad como la escritura, que exige vocación, autenticidad, estudio, investigación, razonamiento, sentido estético, entre tantas otras cosas, no encierra una cuota grande de placer en la génesis misma del acto? ¿Es acaso que el logro de un poema, un cuento, una novela, una obra de teatro, un ensayo, no le produce placer al autor? ¿Es acaso que la dialéctica del acto creativo no encierra una búsqueda del logro y por ende del placer? Par mí, la respuesta sigue siendo la misma: por supuesto que sí. Pero, en todo caso, la pregunta se queda flotando en el aire, en el éter de la red.