
He tenido la suerte de ver varias de sus exposiciones y su trabajo es cautivante, enigmático, cargado de varios niveles de lectura y con un discurso que va alrededor de temas como la muerte, la ciudad, la locura y el hombre.
Considero que no hay mejor forma de conocer a Roberto Huarcaya (Lima, 1959) que, a través de sus propias palabras, es por eso que a continuación presento algunos fragmentos de una entrevista realizada por Roxana Chirinos para agenciaperu.com

Nace como algo casual. Inicialmente me interesó más el cine. Estudié un año en el taller de Robles Godoy, en el Instituto Italiano de Cultura. Como no podía hacer cine porque en paralelo estaba estudiando psicología, ingresé a un taller de fotografía. La intención era seguir formándome en lo visual. Mi idea era aplicar lo estudiado en el cine. Es en el taller de la Araña, con Eduardo Gonzáles, que de alguna forma se me abrió el universo fotográfico en sí. A partir de allí me engancho. Un año después cierro el consultorio y me voy a Madrid, a estudiar fotografía.

Tengo dos líneas de trabajo bien diferenciadas. Una, parte de un concepto. Es necesario un periodo de investigación: lecturas, textos, cosas paralelas trabajadas en otros medios. Es casi un bosquejo de la estructura de la propuesta. Después, hacer fotografía es concretar lo ya visualizado casi al cien por ciento. Esta es una forma de construir imagen. La otra es más espontánea. Las imágenes surgen más intuitivamente. Le doy un valor y libertad a esta intuición para que siga construyendo. No tomo mucha conciencia ni reflexiono mucho. Va creciendo por un periodo relativamente largo: un año, seis meses. Llega el momento. Lo asumo, lo analizo y trato de ordenarlo. Siempre al final encuentro que es una especie de anticipo del inconsciente que construye algo anticipándose a mi “Roberto conciente”. Como si hubiera dos formas de construir, y en ambas me siento cómodo. Se dan la mano y se nutren nuevamente.

No creo en el momento preciso, respeto la gente que trabaja eso, pero mi posición es claramente utilizar la cámara de una manera subjetiva. La imagen como ficción. Siempre. Mi forma se centra más en construir que en buscar. Construyo situaciones donde se me facilite cosas que me interesen. De repente ahí sí busco momentos. La diferencia es que parten de un manejo de control sobre la escena. Imágenes construidas como si fueran pintura.


La composición se acerca más a una descripción, como por ejemplo pictórico o de narrativa literaria, en donde hay una historia al interior de cada macro escena. En fotografía sería muy difícil en términos analógicos construirla. En esa línea de trabajo planteo irme al fragmento, a unidades mucho menores que las asumo como parte de un todo. Son como un texto narrativo en donde se va asociando las partes. Estas se van haciendo cada vez más complejas y más complejas.

Me interesan las ciudades. No me iría a descansar a una playa. Prefiero las ciudades movidas donde haya cultura y gente.

Están asociadas a un temor. Al cambio constante, al proceso. Son fantasías mías, relacionadas en general al tiempo y en particular al tiempo sobre el ser humano. No miro la vejez como un deterioro y fin. Son los cambios constantes que generan cualquier cosa viva lo que me interesa. El envejecimiento, en términos de lectura no significa pena: me parece hermosa. Es una especie de toma de conciencia: rescatar o respetar lo viejo. Ya estamos más viejos que cuando empezamos la entrevista. En términos de la cultura occidental se rechaza mucho la muerte. Se la ve como fin absoluto. No lo vivo ni lo siento así. Estas transformaciones las interpreto de peso. Interesantes y sobre todo “disfrutables”. Placentero también.
IMAGEN1: Roberto Harcaya, fotomontaje por JAG.
IMAGEN2: De la serie "Continuum"
IMAGEN3: De la serie "Continuum"
IMAGEN4: De la serie "Continuum"
IMAGEN5: De la serie "Conitnuum"
IMAGEN6: Panel de luz "El Zodiaco"
IMAGEN7: Panel de luz
IMAGEN8: De la serie "Continuum"