Es curioso, pero los escritores, los críticos literarios y los intelectuales en general se suelen quejar de lo poco que se lee en las escuelas. Sin embargo, ellos mismos son, de alguna manera, cómplices de este problema. Ellos son los que tienden a minimizar, una y otra vez, el valor de la literatura infantil. Un escritor que se dedica a la literatura infantil no es pues un escritor serio, no es digno de ser comentado por los entendidos. Para darnos cuenta de ello basta con darse una vuelta por la blogosfera literaria y buscar cuantos post podemos encontrar sobre el tema. El resultado será desesperanzador. Y lo triste es que pocos reparan (o lo saben muy bien pero no lo dicen), que es, en gran medida, la literatura infantil la que mantiene a flote a las grandes editoriales. Un editor de una importante casa editorial me dijo una vez: “Hermano, los libros para adultos tienen una vida limitada, generalmente una sola edición y a rezar para que se venda toda. El verdadero negocio está en los libros para niños, esos son los que se venden”. Pero no nos centremos sólo en el aspecto económico. Hablemos también de la importancia de la literatura infantil en el proceso de ganar lectores. Es evidente que de lograr que los niños tengan una experiencia placentera con los libros durante sus primeros años en la escuela, se habrá dado un paso importante en el camino de ganar futuros lectores. Es por eso que el trabajo del escritor de literatura para niños no sólo se debe valorar como un importante y valioso aporte, sino que, se debe hablar de ellos y promover su obra.