Estaba dictando las dos últimas clases del ciclo de verano en la Universidad. El primer grupo presentó sus trabajos y los dejé salir temprano. Con media hora disponible decidí salir a comprar un café, fumar un cigarro y llamar a mi esposa. Grande fue mi sorpresa cuando mi esposa me dijo: Ha habido un terremoto de 7.9 grados en Lima y ha durado dos minutos. Me quedé mudo. Es muy difícil explicar lo que se siente al recibir una noticia semejante. La incertidumbre, el miedo y la angustia se arremolinan en el pecho, crecen como un hielo veloz que todo lo congela. Pensé en mis padres de 78 años, en mis hermanos, en mis sobrinas. Le dije a mi esposa que intentaría llamar a Lima y ella me dijo que las líneas estaban cortadas pero que no me preocupase porque ya se había comunicado por el msn con mi sobrina y le había dicho que todos estaban bien.
No pude concentrarme en la segunda clase. Mi mente estaba en Lima, pensaba ya más allá de mi familia, en todas las personas que conocía, en como estarían.
Después de la clase, mientras manejaba de regreso a San Francisco, llamé a mi hermana y me alivió mucho saber que ya se había comunicado con la casa y que todos estaban bien, mi miedo más grande era el corazón de mi padre puesto que es hipertenso.
Acabó de conversar con él y con mi madre, aún están nerviosos y asustados, mi madre llora a cada rato al ver la magnitud del desastre. Me contó mi padre que cuando empezó el sismo el estaba echado en su cama y pensó que mi sobrina menor le estaba moviendo la cama y entre sueños le dijo, ya hijita, ya, pero al abrir los ojos vio que no había nadie. Se puso de pie y salió del cuarto, mi hermana y sus hijas bajaban del tercer piso y mi hermano salía de su cuarto, mientras bajaban rumbo al jardín todos se preguntaban por mi madre, pero ella ya estaba en el jardín. Mi madre me contó que mientras estaba sola en el jardín empezó a saltar y se tapó las orejas para no percibir el sismo. Todos salieron al jardín y se abrazaron, pero mi padre se quedó petrificado por el miedo en la cocina. Me cuenta mi madre que vio varios destellos de luz en el cielo mientras ocurría el terremoto Y que mi sobrina veía los postes moviéndose como si fueran de hule.
Por un lado me siento afortunado al saber que mi familia se encuentra bien, pero por otro lado no puedo evitar la consternación al leer las noticias y el crecimiento sostenido de las oscuras estadísticas.
En esta página podrán leer la información detallada, además encontrarán todos los diarios limeños.
IMAGEN: "Heridas de la Tierra", fotografía por JAG.