miércoles, agosto 13, 2008

EL CASTILLO DE PUNTA NEGRA

Este es el Castillo de Punta Negra, el espacio en el que tuve la suerte de pasar valiosos e inolvidables momentos de mi infancia y de mi juventud. Es imposible que esta vieja y excéntrica pieza de arquitectura, construida a lo largo de años a base de antigüedades e ideas que surgían en la mente de C.E.M. (entrañable ser humano cuyos hijos son más que amigos: primos, hermanos), no tenga un lugar privilegiado en mi banco de recuerdos.

Las historias que nadan en mi memoria dan de sobra para un libro de cuentos, quizá lo escriba más adelante. Los juegos eran muchos y sumamente divertidos. Recuerdo ahora las escondidas al anochecer y con las luces apagadas; o las veces que subíamos a la punta de la “torre reloj” para dejar caer globos de agua sobre los incautos peatones.

Lo cierto es que todo el mundo se moría por entrar al Castillo y, nosotros (el hijo menor de C.E.M. y yo), sentíamos el poder que ese espacio nos daba sobre todo aquel que llegara a Punta Negra. Así, hacíamos tours guiados a cambio de unas monedas y, ¡carajo!, ¡cómo inventábamos historias que contarles a los turistas! También, llevábamos grupos de chicas y mientras uno las paseaba, el otro se escondía para hacer ruidos y llenarlas de miedo.

Definitivamente el Castillo es uno de esos espacios interiores que de vez en cuanto lo toman todo por entero y me arrancan del mundo real.

Imagen: El castillo de los sueños, por JAG.