En medio de esta balacera semántica y absurda en la que los escritores peruanos de aquí odian a los escritores peruanos de allá y al revés siempre del mismo modo / en estos días en los que Cantinflas parece haber resucitado para vestirse de Armani intelectual o de rojo guerrilla cuando solo quedan cicatrices / en estos días de conversas y blogueos en los que los argumentos funcionan como laxantes que desencadenan en el acto las más insoportables y risibles verborreas, o donde no existen argumentos si no pataletas, vituperios rococó, resentimientos reciclados y bofetadas con guantes de seda, de soldador o de baby alpaca en su defecto / en estos días de vídeos editados caprichosamente en los que toda intervención parece ser el resultado de una pose mil veces ensayada frente al espejo triste de la frustración o del resentimiento o de la rabia sin sentido / en estos días en los que reina la exhibición de egos heridos o inflados a la mala en la desesperación por figurar ahora y no mañana, con una urgencia que le resulta completamente ajena a la literatura / en estos días donde el éxito es sinónimo de sospecha, de superficialidad y de traición a un inexistente “código de ética del buen escritor” que, por supuesto, demanda un apedreamiento con la inmediatez sospechosa de la envidia / en estos días donde lo que se critica resulta ser eso mismo que se reclama a gritos: una reseña en el diario de moda, un contrato grande, un pedacito de mercado / en estos días donde parece que se ha olvidado que todos somos diferentes, que todos percibimos la misma puta realidad desde posiciones disímiles y tenemos el mismo puto derecho de contarla / en estos días en los que se pretende convertir en moda, en oportunidad, en arribismo, un proceso tan natural como el de escribir sobre la guerra interna / en estos días en los que se intenta reducir todo a una dicotomía falaz, fútil, estéril, palestra de los que quieren figurar a toda costa / en estos días donde la torre de marfil se vuelve a levantar como una atalaya ciberespacial desde cuyas alturas se puede lanzar mierda a todo el que se oponga y sentirse siempre seguro / en estos días en los que nada más allá del YO parece importarles a los guerrilleros de la palabra y a los señorcitos de la intelectualidad y las buenas relaciones, es imposible no preguntar: ¿qué mierda les está pasando?; es imposible no exclamar: ¡Ya déjense de cojudeces y pónganse a escribir!
IMAGEN: Soledad, poema visual por JAG.