jueves, febrero 02, 2006

EL DESEO

Un vaso azul. Un libro negro. Una muchacha leyendo en voz alta. Las palabras saltan torpes desde sus labios extranjeros. Una muchacha transparente. Un cuerpo intenso. Un par manos limpias como el pecado. Una noche como cualquiera. Una voz en San Francisco. Agua. Un vaso azul. Una muchacha tierna. Un bostezo ajeno al torrente del deseo. Una emboscada interna que me aleja de las palabras. Un día y otro más. Azul como el vaso. Azul como los ojos locos del pecado. Un libro en las manos de una muchacha. Un diluvio de palabras perdiéndose entre sus labios. El deseo es un pensamiento solitario. Un relato íntimo que apenas se refleja en las retinas. No hay nada torpe en la aparición súbita de sus animales locos. El más mínimo movimiento tiene la fuerza de una hecatombe en los brazos de la bestia purísima de la piel. Una muchacha. Un libro. Un vaso azul. Una palabra. Una nueva dimensión de la vida se revela por adentro. Otro azul es el azul. Otro libro es el libro. Otra palabra cualquier palabra. Otra muchacha la muchacha que lee. Una que no conoce ella misma. Una dibujada por el brazo tenso del deseo. Una que volverá mansa a la hora del sueño. Con otra palabra. Con otro vaso azul. Con otro libro bajo el brazo.