Lo prometido es deuda. Aquí van las citas correspondientes.
Servido querido lector:
“La atracción que una obra de arte produce en ciertos coleccionistas y especuladores es a veces tan fuerte e irracional que nada pueden hacer para controlarla. En ocasiones, el afán por poseer un cuadro hace que el comprador comience a expeler ciertas secreciones, y un vendedor con buen olfato las detecta igual que los animales saben por el olor, cuándo su pareja está en celo.”
“-La mayoría eran unos gilipollas.
-¿Picasso también?
-Ese es el peor. No era un gilipollas. Era un hijo de puta.
-¿De veras? ¿Lo llegaste a conocer en París?
-Lo vi un día jugando a las cartas en un bistró con pinta de apache. Y otra vez en el café Flore peleándose por un huevo duro con Tristán Tzara, el dadaísta, como dos niños idiotas. ¿Sabes una cosa? La modelo Antoinette, a punto de morir, fue a pedirle un poco de dinero a Picasso. Entonces ya era un millonario que vivía en la Rue des Grands Augustins, donde pintó el Guernica, es mierda de cuadro.
-No digas eso, Beppo, jodida –interrumpió el cantaor Pepe el de la Matrona-. El Guernica es una obra cojonuda a más no poder.
-Calla, que tú cantas que tú cantas muy bien pero no entiendes nada de esto. ¿Y qué hizo el hijo de puta de Picasso? No dejó que esa mujer pisara su estudio. Ella puso un pie en la puerta y le tendió la mano como una mendiga para que le diera un poco de dinero. No le dio nada. La echó.
-¿Y Matisse?
-Metisse era un señor. Le llamaban Doctor por su prestigio y porque pintaba cuadros que parecían quitar las penas a los espectadores. Eran cuadros curativos.”
“-Si en el arte no hay moral, ¿por qué deben tenerla los marchantes? –preguntó el señor Segermann mientras recibía con una amplia sonrisa la langosta que el camarero depositaba en su plato-. Esta máxima la aprendí de mi padre y éste la aprendió del suyo antes de que el negocio de cuadros cayera en mis manos. Los artistas son libres, están exentos de pecado, el arte no tiene fronteras, ¿por qué íbamos a tenerlas nosotros? Hay una regla de oro. Este mercado necesita servidores que estén atados por le estética.”
“Cuando el fluido magnético del dinero hace masa con la belleza produce una carga tan potente que hace enloquecer a los tiburones más fríos…”
“Después de la subasta, Míchel y Betina se fueron a almorzar a un italiano del SOHO y ante una ensalada de acelgas con setas y queso parmesano ella le habló de la excitación que había experimentado en medio de aquella convulsión de pasiones.
-Es mucho más fuerte que el sexo –dijo.
-Si lo has descubierto el primer día es que tú sirves para esto –comentó Míchel Vedrano.”
“También le diría que era muy atractiva, que si ella quería estar a la altura de las obras de arte que compraba debía primero aprender a traspasar cualquier barrera moral, porque el arte está más allá de toda culpa y ninguna mujer que no lleve una doble vida puede ser interesante.”
“-Sabes poco de mujeres para lo que has vivido. La pasión por la pintura te está apartando de los mejores placeres. Si no usas el arte para follar a gusto, ¿para qué sirve entonces ser tan maravilloso? –concluyó Betina.
-¿Te gustaría follar junto a un Matisse?
-¿Por qué no? Algún día podríamos probar a ver qué tal sale. A Julia también le gustaría.”
“La amoralidad era la ley suprema del arte. Aquellos artistas se podían permitir toda clase de vicios porque encontraban en la ciénaga el impulso necesario para crear belleza. Seguía siendo igual. Quién hoy sintiera la emoción del arte podía ser tan libre como aquellos genios. La atracción animal entre Henry Millar y Anais Nin, las borracheras infames de Scout Fitzgerald, el pálido fantasma de la modelo Antoinette paseándose entre las mesas, los suicidios de las amantes de Modigliani que se arrojaban del balcón gritando su nombre…”
“Míchel les dijo a sus amigos que el mundo del arte es muy complejo: es también una forma de beber, de encender un cigarrillo o fumar hachís, de entrara en una hotel de cinco estrellas, de saludar a un competidor, de besar en público a una ex amante, de sonreír a un personaje famoso como si le conocieras de toda la vida, de tomar un avión, de coger un cuadro y mirar primero el bastidor antes que la pintura, de comprarlo, de colgarlo en la pared y contemplarlo. También el arte consiste en la forma de sentarse en el café Flore o en Deux Magots de París o en el modo como te reciben en la galería de Leo Castelli en Nueva York.
-A los artistas los fabrican los grandes marchantes internacionales –añadió Michel-. Ellos son los verdaderos dioses de la creación. Señalan a un desconocido con el dedo y al poco tiempo se convierte en un pintor famoso en el mundo entero.”
“Al bajar a la calle, Vedrano hizo saber a Julia que en tan sólo dos expresiones inconscientes ella había resumido toda la estética del arte actual y la actitud espiritual de la modernidad frente a las últimas vanguardias.
-¿Cómo? Explícame eso –pidió Julia entusiasmada.
-Has entrado a la galería de Leo Castelli, lo más nov del mundo, y antes que nada te has fijado en el suelo. Has dicho que el suelo de la galería era increíble. Después te has acercado a una instalación y has comentado: ¡qué curioso! Es lo mismo que dicen hoy los estetas más sublimes.
-¿De verdad dicen eso los entendidos?
-Te felicito. Ya no tengo nada que enseñarte.”
IMAGEN: fotomontaje por JAG.