Nada importa cuando la belleza duele, cuando se encarnan en los dedos, las espinas de la rosa.
Entre bosques de abetos fantasmales, entre balas invisibles que siempre me alcanzan, entre hombres dibujados por el viento de la tarde.
Sé que adelante hay un río de aguas traspasadas por el sol. Sé que en sus meandros limpiaré las voces de mi cuerpo.
Y es que resulta tan difícil componer el gesto preciso. Así como la noche teje su sonrisa, es pues difícil la palabra clara de los días.
Mi voz no sabe elevarse de los días del camino. Espero pues, aguardo en calma por el silencio celeste y la tranquilidad de los cuerpos luminosos. No sé cuál es la senda y tú tampoco.
¿Para qué cantar, uno se pregunta, si ya todo lleva una voz encarnada, una flor?
Y, cuando se terminen los días, nada va a pasar si no precisamente eso, que se acabaran los días. Nada que hacer si no viajar a la deriva, sin caminos azules que seguir y, sin veranos para quejarnos.
Yo persigo el paisaje siempre renovado, de la tarde, del camino, del silencio.
IMÁGENES: “Brazos de luz”, secuencia fotográfica por JAG.
TEXTOS: tan sólo ocho fragmentos, nada más.
Entre bosques de abetos fantasmales, entre balas invisibles que siempre me alcanzan, entre hombres dibujados por el viento de la tarde.
Sé que adelante hay un río de aguas traspasadas por el sol. Sé que en sus meandros limpiaré las voces de mi cuerpo.
Y es que resulta tan difícil componer el gesto preciso. Así como la noche teje su sonrisa, es pues difícil la palabra clara de los días.
Mi voz no sabe elevarse de los días del camino. Espero pues, aguardo en calma por el silencio celeste y la tranquilidad de los cuerpos luminosos. No sé cuál es la senda y tú tampoco.
¿Para qué cantar, uno se pregunta, si ya todo lleva una voz encarnada, una flor?
Y, cuando se terminen los días, nada va a pasar si no precisamente eso, que se acabaran los días. Nada que hacer si no viajar a la deriva, sin caminos azules que seguir y, sin veranos para quejarnos.
Yo persigo el paisaje siempre renovado, de la tarde, del camino, del silencio.
IMÁGENES: “Brazos de luz”, secuencia fotográfica por JAG.
TEXTOS: tan sólo ocho fragmentos, nada más.