sábado, mayo 27, 2006

HERMANN HESSE POR HERMANN HESSE (última parte)

No creo que haya mejor manera de terminar este breve viaje a través de los interesantísimos territorios hessianos que leyendo estos fragmentos de algunas de las tantas cartas que escribió a lo largo de su fructífera vida y, viendo estas imágenes que lo muestran tal y como era, sereno, apasionado, hondo y simple. Esta es una breve muestra que espero, les permitirá queridos lectores ver un poco mejor al Hesse que tanto apreciamos.Servido.
“Tengo terminado (in mente) un pequeño poema en prosa (Meter Camenzind) y pienso pasarlo pronto al papel … No creo necesario remarcar que mis obras son intentos puramente personales de expresar cosas íntimas en forma moderna, ni tampoco que son aptas para grandes éxitos editoriales. No escribo demasiado y sólo por una necesidad personalísima.” (2 de febrero de 1903, carta de respuesta a la editorial S. Fischer)
“En 1911 estuve en la India, a donde me llevó una tradición de mi padre y de mi abuelo. Las doctrinas de la vieja India y de los antiguos chinos han ejercido en mí un influjo no menor que el cristianismo, tocado de pietismo, de la casa paterna.” (Hesse “Recuerdo de Asia” 1914)
“Todo Oriente rezuma religión, lo mismo que el Occidente razón y técnica. Rudimentaria y entregada al azar parece la vida espiritual de Occidente si se la compara con la religiosidad resguardada, cuidada y confiada de los asiáticos … Queda en pie la cuestión de si la religión es algo que hay que superar o que sustituir. Pero que la religión o sucedáneo es lo que más profundamente nos falta, es algo que no se me había evidenciado nunca con tan claridad como en los pueblos de Asia.” (Hesse “Recuerdo de Asia” 1914)
“Conocí diversos pueblos, como los malayos y los javaneses, tamiles, cingaleses, japoneses y chinos. Sobre estos últimos no cabe más que el elogio: es un pueblo que impone. Del resto, la mayor parte son vestigios pobres de una vieja humanidad paradisíaca que corrompe y devora el Occidente; pueblos en estado natural, amables, bondadosos, hábiles y dotados de talento, a quienes nuestra cultura está dando el golpe de gracia. Si los blancos tolerasen mejor este clima y pudieran criarse aquí sus hijos, ya no habría hindúes.” (Carta, noviembre de 1911)
“Durante casi diez años fue para mí obligación y amarga necesidad a un tiempo, la protesta contra la guerra, contra la necesidad brutal y sanguinaria de los hombres, es decir, la protesta contra los “intelectuales” que había predicado la guerra.” (Carta hacia 1930)
“No debemos comenzar por atrás, es decir, con las formas de Gobierno y los métodos políticos, sino por delante, esto es, con el desarrollo de la personalidad, si es que queremos disponer de nuevo de mentes y personas que nos garanticen el futuro … que hagan que las raíces penetren más profundamente y que no se anden por las ramas.” (Carta sin fecha)
“A la mayor parte de los lectores, concretamente a los que ya no son jóvenes, les parece “El lobo estepario” desconsolador y desesperanzador, creyendo que no trata de otra cosa sino de la decadencia de nuestra cultura, cuando en realidad quien sabe leer sabe también que trata de lo contrario, de lo eterno: de Mozart y de los inmortales.” (Carta, 1930)
“Esta vez estuvo aquí mi editor, Fischer, y los colegas Thomas Mann y Jakob Wassermann con la familia, y éramos de improviso personajes famosos, trabábamos conocimiento con cualquiera y los saludos no terminaban nunca, es más bien estúpido … Para no verme obligado a las conversaciones literarias solemnes me retiré algunas noches al cuarto de juegos de los niños (de Thomas Mann).” (Carta, 1932)
“El hombre de espíritu no tiene por qué sentarse a la mesa de los ricos ni participar del lujo, sino que deberá ser, más o menos, un asceta, pero sin que por ello se convierta además en objeto de mofa, sino de respeto, y deberá tener cubiertas las necesidades materiales mínimas, como, por ejemplo, los monjes en la época de la cultura monacal, que, sin estarles permitido poseer nada propio, podían vivir, y de acuerdo con su rendimiento participaban en el prestigio y la autoridad de su orden. Una aristocracia propiamente dicha no debe ser el orden del espíritu en la vida; la aristocracia se basa en la herencia, y el espíritu no se hereda materialmente. En su lugar, todo buen orden de la vida intelectual constituye una oligarquía de todas las posibilidades de formación para los mejor dotados.” (Carta sobre “El juego de los abalorios”, 1935)
“En el transcurso de mi evolución no he rehuido los problemas de la época ni vivido jamás en la torre de marfil, como creen quienes políticamente me critican; pero el primero y más acuciante de mis problemas no fue nunca el Estado, la sociedad o la iglesia, sino el individuo, la personalidad, el sujeto único y no pautado.” (Carta, 1951)
“En toda la tierra hay hombres de nuestro talante. El que pueda ser yo para una parte de ellos centro, nudo en la red, representa la carga y la dicha de mi vida.” (Carta, 1955)

“El artista paga con su obra las posibles deficiencias de su conducta social. Eso que sacrifica en su obra, que casi siempre es infinitamente más de lo que puede sacrificar el honrado ciudadano medio, redunda en beneficio de todos.” (Carta, 1961)
“…libros y artículos sobre mí, ilustraciones, composiciones de mis poemas, etc., me comporto frente a todos ellos igual, dejo hacer y decir lo que les venga en gana y no siento ninguna necesidad de corregirlos.” (Carta, hacia 1950)
“Me interesaba, como en todas mis remembranzas, no sólo la verdad, sino mucho más la captación, lo más fiel posible, de lo efímero y pasajero mediante la palabra. Es una lucha más bien quijotesca contra la muerte, el hundimiento y el olvido.” (Carta, 1953)
“El editor tiene que ir al unísono con su tiempo, como suele decirse. Pero no necesita por eso adoptar las modas de la época, sino que tiene que poder oponerse a ellas cuando sean indignas. En la adaptación y en la oposición crítica se desarrolla la función, la respiración de un buen editor.” (Carta, 1959)
“Por lo que se refiere al arte, me consta que todo poema o todo cuadro auténtico, todo compás de música auténtica, nacen, a partes iguales, de la vida y el sufrimiento, y se pagan con sangre, como en cualquier época pasada. Nada ha cambiado en el mundo, salvo lo que está en la superficie y cambia fácilmente: la opinión y la moral públicas. Y de ello puede protegerse, por fortuna, quien trabaje seriamente: cuesta un poco de renuncia y ascetismo, pero merece realmente la pena.” (Carta, 1932)
“La llamada de la muerte es también llamada de amor. La muerte será dulce si la afirmamos, si la aceptamos como una de las grandes y eternas formas de la vida y de la transmutación.” (Carta, 1950)

NOTA: La información sobre las imágenes se encuentra en ellas. Hacer clic en la imagen para agrandar.

PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE