I
La sombra surgió de los hombres
Tomó los sueños por asalto
Se tragó la luz en las esquinas
La sombra saltó de los cuerpos
De repente salió a las calles
Se adueñó de los parques
De las tiendas de abarrotes
De los mercados
De la casa de gobierno
No nos dimos cuenta
De su enredadera
Trepando
Por las faldas inocentes
De los cerros,
De sus flores de fuego
De sus frutos de cobre y dinamita.
II
Sombra de fuego que todo lo devora
Que todo lo consume con su canto
Con su flama oscura y poderosa
Sombra en el hielo milenario
En la piedra
En el musgo lento de los siglos
Sombra en las paredes de las cuevas
Deslizándose hacia corredores sin salida
Hacia edificios oscuros
Que son como leños
Para la fogata universal de la miseria.
III
Se rompieron los cristales de la muerte:
Explosionaron Gritaron Corrieron
Se cuartearon las paredes interiores
Se desplegaron las esquirlas de la noche
Se incrustaron en el corazón
De las casas humildes
En la lengua de los hombres
Te persiguieron desde entonces
Los ácidos deseos de la urbe
Perforaron uno a uno tus sueños
Oscurecieron tu sonrisa
Arrancaron las flores de tus ojos.
IV
Siempre la sombra atropellando
Embistiendo
O también
Como un gato de basalto
Esperando agazapada
Tras los colores desbocados de la tarde
En la madera colonial de los balcones
Agitando el corazón
De los caballos de hojalata.
IMAGEN: “La fogata universal de la miseria”, dibujo de Pescador sobre fotografía de fuego, fotomontaje por JAG.