miércoles, agosto 01, 2007

LOS DISCOS DE VINILO: EJERCICIOS DE MEMORIA

Como nací en 1972 he tenido la suerte (o la mala suerte) de ver el desfile desmedido de la tecnología en torno a la música. La verdad es que yo no tuve la gracia de empezar mi adicción a comprar y coleccionar música con los DISCOS DE VINILO, pero vaya que los disfruté gracias a mis tres hermanos mayores. Recuerdo con absoluta claridad el tocadiscos panasonic, los LP y los 45 que en mi casa siempre estaban sonando. Harta música de los setenta, incluso saltan en mi memoria imágenes sueltas de una fiesta con luces y zapatos de plataforma en la que la mayoría de las canciones eran “rock’s lentos” y donde la estrella fue, sin duda alguna, el tocadiscos.

Si hay un disco de vinilo que recuerdo con especial cariño es el SANTANA 3, y no sólo lo recuerdo por esa portada psicodélica y ácida que a veces me sumergía en un mundo arcano y otras simplemente me llenaba de miedo, sino por la música alucinante que en ese long play se escondía, canciones como BATUKA o JUNGLE STRUT sembraron en mí esa pasión por la música en la que lo pesado, la fusión y lo innovador se mezclan. Desde mi punto de vista, lo mejorcito de SANTANA se encuentra en ese long play que alberga todo el espíritu de la era WOODSTOCK.

Otro disco de vinilo que recuerdo es LAS CUATRO ESTACIONES de VIVALDI, y este no era de mis hermanos sino que me lo prestó una compañera de clases en la escuela. Aún permanece fresca en mí la fascinación que me producía la primavera a todo volumen. Y, claro, la intriga que producía en mi familia el hecho de que semejante oveja negra estuviera escuchando música clásica.

Y mientras voy escribiendo este texto, los discos de vinilo van apareciendo en mi memoria: La colección enfermiza (que yo odiaba) de todos los discos de MENUDO de mi hermana, o el 45 del THE YEAR OF THE CAT de AL STEWART que mi hermano escuchaba todos los días, o los 45 de CHRISTOPHER CROSS que hacían llorar a mares a mi otra hermana. O claro, ahora lo recuerdo, mi primer y único Long Play, que me lo compraron después de rogar hasta la muerte y que me enloquecía en un momento en el que lo único que hacía en el colegio era bailar break dance, BEAT STREET.

Otro recuerdo que me llega y que relaciono con los discos de vinilo es el hecho de haber vivido durante mis primeros años cerca de la SONO RADIO una empresa que producía todos los discos de vinilo del Perú, y que, para suerte de todos los muchachos del barrio, botaban todas las partes centrales de los 45 con las que nosotros decorábamos los rayos de las llantas de nuestras bicicletas, lo que producía un efecto visual estupendo y difícil de olvidar. Me pesa no tener una foto de esas bicicletas.

Fue triste el final de los muchos discos de vinilo que había en mi casa, sin anunciarlo siquiera y convencido de que eran objetos desfasados y carentes de valor, un buen día, mi padre cargó con todos y los vendió en la cachina.

Finalmente, es bueno saber que, a pesar de toda la tecnología existente, los discos de vinilo siguen vivos en las casas de los más adictos a la música y, claro está, gracias a los DJ’S y a los amantes de las mezclas y el HIP HOP.


IMAGEN1: “Vinilo”, fotomontaje por JAG.
IMAGEN2: “Portada y contraportada de disco Santana 3”
IMAGEN3: “Portadas de tres LP”