martes, julio 18, 2006

JULIO RAMON RIBEYRO, PAGINAS DE UN DIARIO 1

Hace un tiempo empecé una serie de entregas sobre uno de mis escritores peruano favoritos, JULIO RAMON RIBEYRO, pero, por distintas razones, no terminé de ofrecerles todo lo que quería. Es por eso que ahora retomo el hilo y le entrego estos fragmentos del diario íntimo del autor que fue publicado en dos tomos por JAIME CAMPODONICO EDITOR, bajo el título LA TENTACION DEL FRACASO.
Servido.

Lima, 3 de junio de 1950

¿Por qué estaré hoy tan decepcionado? Sin dinero, sin éxitos, sin amores, mis días van cayendo como las hojas secas de un árbol. Rodeado de oscuridad, de cenizas. Hoy me siento incapaz de todo. Una pereza moral irresistible. Sólo ansío viajar. Cambiar de panorama. Irme donde nadie me conozca. Aquí ya soy definitivamente como han querido que sea. Conforme me aleje irán cayendo mis vestiduras, mis etiquetas y quedaré limpio, desnudo, para empezar a ser distinto, como yo quisiera ser. Pero, ¿a dónde ir? Si llevo dentro de mi el germen de todo mi destino, ¿para qué hacer rodar por todos los paisajes, como un circo ambulante, el espectáculo de mi vida equivocada?

Lima, 28 de octubre de 1951

Quién va a imaginar que este hombre que fuma cigarros rubios y que viaja en taxi a la oficina tiene tan sólo un par de zapatos y que para colmo le ajustan. Quién va a pensar que debe tres cuotas de hipoteca, la matrícula de la universidad, el valor de un terno en la sastrería... Quién va a pensarlo, pero las deudas se acumulan y la situación parece no tener remedio. Vuelven los malos días de 1948. ¿En quién habremos de esperar ahora? Yo me siento impotente para librar mi hogar del hundimiento. Las 45 libras que gano por aquel trabajo mecánico y mensajeril me alcanzan apenas para mantener mis vicios y de ninguna manera para cultivar mis virtudes. Dentro de un año seré abogado, ¿para qué? Seguiré lo mismo, como ahora, en la Sección Legal de una Compañía, sufriendo la rigidez de la jerarquía, el desdén de los potentados y con cuatro o cinco clientes tan paupérrimos que tengo que pagarles los gastos judiciales. La mañana de este domingo está muy bella y yo no sé si estudiar mi curso de Derecho Tributario o si continuar escribiendo mi novela camusiana.

Madrid, 26 de marzo de 1954

¡Qué miseria de vida! He pasado una noche sin dormir, caminando por las calles de Madrid, porque no tenía alojamiento. Recién he conseguido un cuartito en la calle Santa Clara. Tengo una de esas fatigas profundas en las cuales hasta se pierde el sueño. Para colmo no recibo de Lima ni noticias ni dinero. Aquí en Madrid mi tío Ramón García Ribeyro parece haberse esfumado. Hace quince días que lo llamo por teléfono sin resultados. Mi formulario para la beca alemana duerme hace un mes en su cartapacio y aún no puedo enviarlo. La primavera naciente ha despertado la carne en las mujeres, las está dorando a fuego lento, sabe Dios para qué cópulas secretas. Y yo sigo solo —una vez más— lamentando la distancia, los amores perdidos.París, 27 de agosto de 1954

Lucidez inútil. Hago esfuerzos tenaces para no comenzar una novela. Me agoto levantando y derribando objeciones. Todavía es temprano, me digo, no hay que apresurarse. Hace años, sin embargo, que me digo lo mismo. Francoise Sagan, una chica de dieciocho años, ha escrito una novela maestra. Tengo la certeza de que si tuviera ella 25 años, como yo, jamás la habría escrito. El tiempo me vuelve cauteloso y estéril. Ya pasó mi edad de la autobiografía. Me seducen los frescos, los vastos cuadros de costumbres. Mis taras culturales son sin embargo gigantescas. La novela es un producto social, no individual. Brota del genio colectivo, de la herencia cultural acumulada durante siglos. Francoise Sagan no hace más que recoger el rédito del vasto capital almacenado por el genio narrativo francés en el curso de su historia. Yo, detrás de mí, sólo tengo leyendas, tradiciones, sainetes. Para un sudamericano es más fácil hacer una revolución que escribir una novela.

Madrid, 26 de Marzo de 1955

¡Qué miseria de vida! He pasado una noche sin dormir, caminando por las calles de Madrid, porque no tenía alojamiento. Recién he conseguido un cuartito en la calle Santa Clara. Tengo una de esas fatigas profundas en la cuales hasta se pierde el sueño. Para colmo no recibo de Lima ni noticias ni dinero. Solamente C. me escribe unas líneas frías y calculadoras que han sido como el golpe de gracia sobre mi abatimiento. Aquí en Madrid, mi tío Ramón García Ribeyro parece haberse esfumado. Hace quince días que lo llamo por teléfono sin resultados. Mi formulario para la beca alemana duerme hace un mes en su cartapacio y aún no puedo enviarlo. La primavera naciente ha despertado la carne en las mujeres, las está dorando a fuego lento, sabe Dios para qué cópulas secretas. Y yo sigo solo –una vez más- lamentando la distancia, los amores perdidos.
Me pregunto si vale la pena estar así, sufrido, golpeado, humillado. ¿Cuál será la compensación a todo este sacrificio? Supervivencia de la vieja concepción cristiana: me digo que merezco un premio, una forma de felicidad inatacable y duradera. En París creí haberla conseguido en los bellos días de abril a octubre. ¡Qué ilusión! Ahora en esta covacha miserable todo huele a aceite, a ropa tendida, a humedad, a condensación. Hay tres radios encendidos que me destrozan los nervios. Una pensionista bonita pasa insistentemente bajo mi ventana.


París, 14 de octubre de 1956

No tiene objeto mirar por la ventana cuando no se espera a nadie. Las cinco calles que se cruzan frente a mi hotel son como los cinco rostros de la indiferencia. Preferible es cerrar las cortinas y encender la luz. El domingo es largo. Sólo mi soledad me pertenece.

OTROS POST SOBRE RIBEYRO QUE PUEDEN VISITAR SON:
EL ETERNO CHASCO DE LA VIDA
CUANDO EL MUDO HABLA
EL DECALOGO
CUANDO LUDER HABLA 1
CUANDO LUDER HABLA 2

IMAGEN1: fotografía de fondo y fotomontaje por JAG.
IMAGEN2: Edición de Seix Barral.